Los teníamos enfrente, ladraban sin parar dentro de las jaulas. Aún así continuábamos sentados en la terraza del bar. Tomábamos cervezas y …
El doscientos, punto de encuentro —05 y final By Paula Castillo Monreal
–Mamá, que aquí no está el camarero ese que tú dices.
–No, no. Ya he preguntado y no vuelve hasta el jueves.
–No, tampoco …
El doscientos, punto de encuentro —05 y final By Paula Castillo Monreal
A doscientos kilómetros —04 by Paula Castillo Monreal
El relato 200 Km. acaba la próxima semana (Consejo de Redacción de Masticadores) Carmen colgó el teléfono. No había dejado de trabajar mientras …
Una cuestión de confianza
Ursula K. Le Guin Para escribir una historia tienes que confiar en ti mismo, tienes que confiar en la historia y tienes que confiar en el lector. …
Cafetería El doscientos -03: By Paula Castillo Monreal

Puedes leer la 2 aquí
El portazo le produjo el mismo efecto que todas las palabras no dichas. Había decidido no discutir. Llevaba atada demasiados …
Área de Servicio A-200 —02 by Paula Castillo Monreal
Puedes leer el cap. 01 aquí Con apenas un hilo de voz Adela intentaba explicar a Ramón, que se iba solo por unos días: –Me va a venir bien estar unos…
Kilómetro 200 by Paula Castillo Monreal
Deseaba sobre todas las cosas subirme al coche y salir de Madrid, de esa calle estrecha y oscura, de ese apartamento lleno de reproches y muros …
Conversación inédita con Piglia
Originalmente publicado en Río Belbo: Ricardo Piglia fotografiado por Nicolás Celaya (la diaria, 2010) Durante junio y julio del 2010 Piglia dictó en…
AHUYENTANDO ESPÍRITUS
Paula Castillo Monreal

Solo son fuegos artificiales que se encienden y apagan como se enciende y apaga la vida; una explosión y, después del silencio, una agonía. Trozos de vida cayendo, iluminando la noche. Destellos de color en medio del negro. Nos acordamos de todos. Otro cohete que asciende silbando mientras acaricia la noche. Lo señalas con el dedo y miras de reojo. Esperas a que estalle y de pronto tu grito queda solo. También el de los perros. Dicen que el ruido de la pólvora ahuyenta a los malos espíritus. La ciudad inundada de rosa. Nosotras, ahuyentadas.
Cuando la vida se apaga solo queda el gris. Hay quien dice que después del apagón se convierte en blanco. Tu tienes metido el gris en el cuerpo ahora diminuto, y en los ojos que se te han quedado hundidos, y en los labios que han perdido el rosa. Te cojo del brazo para escapar de lo que nos pesa. Te quedas pegada hasta el último destello de vida. Volvemos juntas reinando lo oscuro, solo el gris nos mantiene vivas. ¡Qué putada la vida!, y que espectáculo tan deprimente para los que aún no somos espíritus.
COMO UNA LIRONA
de Paula Castillo Monreal

Hace frío. No me gusta el frío. No puedo pensar en nada más si hace frío. Me encojo, tiemblo, no quiero salir. Tampoco quiero ponerme una cosa encima de la otra, cada vez más tapada solo por el afán de salir a la calle. Prefiero ser una marmota o una murciélaga o una lirona. Hibernar. Dormir a partir de ahora.